sábado, 2 de mayo de 2009

OMBLIGO



Recuerdo una mañana de resaca
en que un chercán
o un chirigüe,
contendían apasionadamente
por su consorte,
y me parecía
la esquina familiar
de una siesta veraniega,
llena de niños
que discuten
bajo las arboledas,
las leyes de sus juegos.

En los parques,
si diviso un transeúnte,
discierno sobre el hogar
que le espera,
sus amigos,
la familia.

Lo mismo
si veo una embarazada,
o los pechos
florecidos pero ocultos
de una mujer
amamantando;
cada vez que les percibo
siento el paso celeste
del rocío,
el glaciar dulce y rojo
de la granada
o el estruendo escarlata
de su fruto,
y es como volver
al origen de todas las cosas,
al nexo umbilical
afianzado
hasta mi ombligo.

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