sábado, 2 de mayo de 2009

¿TE RECUERDAS?




Al inicio de nuestra historia
la nostalgia se colmaba con besos.
Robar una sonrisa al aire,
empaparse de neblina
o huir con las hojas del Otoño,
eran los simples motivos
que nos movían.

En las calles,
hasta la tarde que respirábamos
humedecía los ojos
de sólo vernos.
Nuestros besos,
eran toque de corteza
a corteza,
pies desnudos
caminando por la tierra,
o aleteo noble de luna.

Quizás tú, raíz;
yo tierra,
soledad,
yo grito.
Tú, noche, entonces,
yo, vía-láctea,
impregnada de tu noche.

Si el canto ajeno
te tocaba,
entonces, mis oídos
-recelosos-
copiaban su sonido,
para hacerse nota,
melodía,
canción tuya.
Y los abrazos nuestros,
¿te recuerdas?,
los que envidiaban
los árboles del parque;
ningún transeúnte más
pensaba en la tristeza
de esos árboles,
de no poder abrazarse.

Son cosas simples,
¿lo ves?
pero, qué importantes.
Y después, con el tiempo
tanto dolor;
tanto,
que casi nuestros ojos
y nuestras caras
desfiguradas,
nuestras miradas perdidas
con ese velo enlutecido.

Y ayer, por un palabra,
por una caricia,
tanto amor,
tanto...
ya ves...
... son las cosas simples
que nos tienen aquí.

Qué importan los espacios,
si hay amor por sobre todo;
qué importa
este hogar interrumpido,
si ahora estás en mí.
Qué importan las heridas
si tu rostro duerme nuevamente
al interior de mi pecho.

RUPTURA



Sucede que las familias
se rompen, a veces,
y los élitros que
custodian los ensueños,
se trizan
apretando las gargantas
y los pechos.
Y nuestros hijos,
caminan heridos
por el mundo,
con una escarcha
amarga y pétrea
en sus pañuelos.
El color blanquecino
de sus labios
delata la llaga,
y la angustia
que a veces
no la puede derretir
ni el juicioso tiempo.
Cuando llegues a ese lapso,
sella tu boca y aléjate,
que la rabia
viaja más rápido
que el amor.

RECIÉN NACIDA



Miro tu rostro,
Amor e
Imagino que Dios
Trae contigo fe y
Esperanza

PEQUEÑA



Catalina, tu nombre
Abraza a manera de cascada, y
Tiene ese sabor fresco de la bruma
A veces, moja y cambia la vida y
Las horas se apagan,
Iluminando el aire de alegría.
No sé si habrá otro ser u otro elemento tan
Amable, límpido y encendido como tu agua.

PRIMOGÉNITA



Cuando elegimos tu nombre, amor
O quisimos traspasar un legado o hacerte
Notar entre los demás,
Saber que tu nombre tendría un ritmo
Tan sólo tuyo, una virtud,
Alguna remembranza especial o
Negar todo lo ya existente y
Zarpar, a una nueva forma de vida y
Amarte eterna y constantemente.

OMBLIGO



Recuerdo una mañana de resaca
en que un chercán
o un chirigüe,
contendían apasionadamente
por su consorte,
y me parecía
la esquina familiar
de una siesta veraniega,
llena de niños
que discuten
bajo las arboledas,
las leyes de sus juegos.

En los parques,
si diviso un transeúnte,
discierno sobre el hogar
que le espera,
sus amigos,
la familia.

Lo mismo
si veo una embarazada,
o los pechos
florecidos pero ocultos
de una mujer
amamantando;
cada vez que les percibo
siento el paso celeste
del rocío,
el glaciar dulce y rojo
de la granada
o el estruendo escarlata
de su fruto,
y es como volver
al origen de todas las cosas,
al nexo umbilical
afianzado
hasta mi ombligo.

PLACENTA



Universo opaco y sanguíneo,
astro interno,
polvo cósmico que nutre,
habitación desconocida
y nuestra,
cúpula de agua,
cáliz pleno,
lluvia contenida.
Océano extraño,
levadura fresca,
pecho íntimo,
crisálida humana,
vasta región disminuida,
vidrio abierto,
viaje primario,
refugio sin memoria.

Prisma inagotable,
alveólo lunar,
ráfaga comprimida,
implosión de vida,
cráter subterráneo,
estallido de nuez,
mar de todos,
vida aferrada hacia la vida.

NACER



¿Qué puedo preguntar? sólo estoy.
mi llanto es mi voz, no te asustes.
Mi carne ya siente, ya se duele.
En este espacio inmenso,
mis ojos confusos no comprenden;
en actitud de defensa apuño mis manos.

Yo no puedo explicar muchas cosas,
pero soy una mota de algodón
absorviendo.
Dame tu beso silente,
tus brazos fuertes pero amables,
dime cosas que no entiendo
pero que me inundan
de un sentimiento
extraño y fuerte
que me acerca
a ti,
a tu voz,
a tu olor,
a tu cuerpo.
Tengo hambre, y suelto mi llanto,
te extraño y suelto mi llanto,
siento miedo y suelto mi llanto,
mi piel se irrita y suelto mi llanto.
No te canses de mi llanto,
que es mi voz.
Si pudiera devolverte, serenamente
la luminosidad de tus miradas,
la compasión de tus arrullos,
la delicia de tus células;
pero no puedo,
mi voz es mi llanto.

Pero cuando me tomas,
y tu mirada me envuelve,
y tus arrullos me tranquilizan,
y tus pechos de lava me colman,
entonces,
en mi corazón,
y en mi mente,
una sola palabra emerge.

Debe ser el
murmullo
que se te escapa
cuando casi me
duermo:
"amor, amor"..