domingo, 1 de julio de 2012

PORMENORES


Te contaré algunas cosas, Patricia,
hablaré desde esta desnudez sin mente,
ni manipulada lógica…
del hombre que he sido…
Si he amado amor? Puedo sin equivocarme,
decir que amé…
Pero debo decirlo,
ahora es tan inconfundible esta alegría,
amanecerme con tu apego en la piel,
con tu nombre en el pecho,
que es casi llanto, rogativa…
con la mirada que desaparece buscándote…
De verdad te digo, amor, no!
no me había sorprendido ni
me había descubierto diciendo:
Te amo,
SOLO,
en mi rutina diaria entre colegas…
ni me había sorprendido acariciando
papeles de oficinista,
la textura suave de los útiles,
buscándote.
Y es que contigo, amor,
no preciso para encontrarte:
ir por el beso del rocío,
ni al cuchillo de una tarde ardiendo...
Te acurrucas en mi recuerdo
y me habitas como único habitante…
como la mujer que inclinó
su ternura,
y acomodó serenamente el amor
sobre mi razón y mi alma.

sábado, 2 de mayo de 2009

¿TE RECUERDAS?




Al inicio de nuestra historia
la nostalgia se colmaba con besos.
Robar una sonrisa al aire,
empaparse de neblina
o huir con las hojas del Otoño,
eran los simples motivos
que nos movían.

En las calles,
hasta la tarde que respirábamos
humedecía los ojos
de sólo vernos.
Nuestros besos,
eran toque de corteza
a corteza,
pies desnudos
caminando por la tierra,
o aleteo noble de luna.

Quizás tú, raíz;
yo tierra,
soledad,
yo grito.
Tú, noche, entonces,
yo, vía-láctea,
impregnada de tu noche.

Si el canto ajeno
te tocaba,
entonces, mis oídos
-recelosos-
copiaban su sonido,
para hacerse nota,
melodía,
canción tuya.
Y los abrazos nuestros,
¿te recuerdas?,
los que envidiaban
los árboles del parque;
ningún transeúnte más
pensaba en la tristeza
de esos árboles,
de no poder abrazarse.

Son cosas simples,
¿lo ves?
pero, qué importantes.
Y después, con el tiempo
tanto dolor;
tanto,
que casi nuestros ojos
y nuestras caras
desfiguradas,
nuestras miradas perdidas
con ese velo enlutecido.

Y ayer, por un palabra,
por una caricia,
tanto amor,
tanto...
ya ves...
... son las cosas simples
que nos tienen aquí.

Qué importan los espacios,
si hay amor por sobre todo;
qué importa
este hogar interrumpido,
si ahora estás en mí.
Qué importan las heridas
si tu rostro duerme nuevamente
al interior de mi pecho.

RUPTURA



Sucede que las familias
se rompen, a veces,
y los élitros que
custodian los ensueños,
se trizan
apretando las gargantas
y los pechos.
Y nuestros hijos,
caminan heridos
por el mundo,
con una escarcha
amarga y pétrea
en sus pañuelos.
El color blanquecino
de sus labios
delata la llaga,
y la angustia
que a veces
no la puede derretir
ni el juicioso tiempo.
Cuando llegues a ese lapso,
sella tu boca y aléjate,
que la rabia
viaja más rápido
que el amor.